Explorador, colonizador y empresario
Don Julio C. Arana del Águila Nació en Rioja en 1864, Hijo de don Martín Arana Hidalgo y de doña María Jesús del Águila.
Su vida de aventura y lucha se inicia cuando todavía es un adolescente. A la edad de catorce años comenzó a viajar, internándose en la región de Maynas, viajando por el rio amazonas y el Brasil. Era el típico exponente del aventurero y colonizador.
Tuvo casa comercial en Rioja, Lamas, Tarapoto, Yurimaguas e Iquitos. En 1891, se asoció en Iquitos al industrial Juan BautistaVega, bajo la razón social: “Vega-Arana”.
En 1983 se liquida la sociedad con Vega, constituyendo ambos una nueva, asociándose con la casa "Mouraylle-Hernández y Compañía del Yavarí y se establecieron en Nazareth.
En 1896, liquidaron dicha firma, quedando solo Arana al frente de los negocios del caucho, en el Yavarí, extendiéndose luego al río Putumayo y a otros ríos del Brasil.
En su trajinar por los parajes más recónditos de la Amazonia, Arana se vio inducido a someter a muchas tribus indígenas, como los Huitotos, Boras, Aimenas, Ocainas, entre otras mas que existían en aquel entonces. Su afán era conquistar vastas extensiones de tierra para después construir colonias y pueblos con millares de pobladores.
En 1901, se dirigió a Nueva York (EE.UU) y fundó la “CASA ARANA BERGMAN & CÍA”, como sucursal de las casas “Hermanos &Cía.” de Iquitos y Manaos (Brasil), prosperando notablemente, llegando a ser una de las principales empresas importadoras, exportadoras y bancarias de ambas capitales.
En 1907, liquido la casa de Nueva York y organizó en Londres, la sociedad “THE PERUVIAN AMAZON COMP. LTA.”.
Más alla de ciertas acciones que pueden generar polémicas en torno a sus logros, se puede decir que el mérito de Arana estuvo centrado en el hecho de haber logrado la incorporación de muchos pueblos amazónicos –en aquel entonces sin definir su nacionalidad- al territorio del Perú.
Arana llegó también a ser Senador por Loreto, desempeñándose como un notable legislador.
Julio C. Arana murió en Lima el 07 de Septiembre de 1952. Su vida constituye ya un capítulo de la historia patria por el acendrado peruanismo que lo impulso y por las proyecciones de su obra en el futuro de nuestra Amazonía.
Como reconocimiento a su labor colonizadora e integracionista, una de las calles de Rioja lleva su nombre.
Fuente: Rioja, Guía Cultural | Referencia Histórica, Geográfica y Folklorica
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Esto es en serio? O es un chiste que no pude entender?
ResponderEliminarfalto agregar que fue asesino, esclavista, genocida, terrorista y torturador de mas de 30mil indigenas... Debio haber muerto en la guillotina.
ResponderEliminarDe aquí en adelante, parte de mi observación en cada estación
ResponderEliminarque conocía se dirigía a esa parte del cuerpo de los indígenas
que veía, y en la gran mayoría de los casos de aquellos a quienes
inspeccioné, las marcas del látigo eran más o menos visibles.
Estas marcas no sólo las tenían los hombres. Todo nativo – jóvenes
y viejos, mujeres y niños, muchachos y muchachas, caciques o capitanes
y sus esposas -, estaban marcados; algunos levemente, otros
tenían cicatrices grandes y muy pronunciadas. Algunas de estas
marcas eran antiguas, otras recientes, y en más de una ocasión
se me acercaban jóvenes con heridas en carne viva en sus partes
traseras, para pedirme un remedio que los sanara. En la noche
del 19 de octubre, estuve en una casa indígena desierta en la selva
con más de 100 andoques y boras, empleados en ese tiempo en
acarrear bultos de caucho desde la estación de Matanzas hasta
el río Igará-Paraná, para enviarlos por barco a La Chorrera (una
caminata de alrededor de 40 millas), apliqué tantos ungüentos
curativos como tenía, a una docena de jóvenes y niños que pedían
que les aliviara.
Los guardias armados que ponían en marcha a esta caravana
río abajo se hallaban ubicados principalmente en un punto de
la selva situado algunas millas atrás, y solamente uno o dos “muchachos”
armados estaban durmiendo con el grupo en el que yo
también estaba. Por esto fue posible inspeccionarlos de cerca; muchas
de las heridas todavía no se habían curado. Algunos de los
peores marcados eran niños relativamente pequeños, niños de 10
a 12 años de edad. Un residente que había permanecido cerca de
seis años en esa región, me confesó que constantemente flagelaba
indígenas – tanto mujeres como hombres – y me contó que el 90%
de la población tenía las marcas de esos latigazos. Mencioné este
hecho a algunos caballeros ingleses que me acompañaron durante
una gran parte del viaje y opinaron que era una exageración. Me
inclino a pensar, por el contrario, que este dato era aproximadamente
correcto. El día que recibí esta información estábamos en
lo que se denomina una “casa indígena” en la selva de la sección
de Occidente, en donde se había ordenado a los nativos de esa
parte que recolectaran algo de caucho bruto listo para ser lavado
y metido en “chorizos”, para la inspección de la comisión de los caballeros
ingleses que fue enviada desde Londres por la Compañía
Amazónica Peruana.
Del Cónsul General Roger Casement a Sir Edward Grey
Londres, marzo 17 de 1911
Mi nombre es Perú, no sé qué edad tengo,
ResponderEliminar[“poco más o menos, dieciocho años”, según los interpretes].
Nací a orillas de la quebrada Mesay, afluente del Caquetá y pertenezco a la familia de los Muinanes, de la tribu de los huitotos.
Tanto mi gente como yo trabajamos con la Casa de Julio C.
Arana y Hermanos, sacando caucho que llevábamos a la agencia de La Chorrera. Por el caucho que sacábamos nos pagaban muy poco, porque por un rollo grande de caucho, de los que llevaban los hombres ya formados de la tribu, daban un cuchillo pequeño.
Me daban muy mal maltrato. Frecuentemente nos azotaban con un látigo grueso, hecho de cuero de danta, a unos, extendiéndolos en el suelo y boca abajo, sujetos a cuatro estacas y, a otros, amarrándolos de las manos a la espalda y colgándolos después de un árbol o de una viga de la casa. Cuando dejaban de azotarnos nos echaban en las heridas agua sal caliente. A mí me castigaron en esa forma muchas veces.
[Los intérpretes examinaron el cuerpo del declarante y le vieron las muchas y muy profundas cicatrices que en la espalda y en las partes posteriores le han dejado los azotes
que recibió de manos de los agentes y empleados de la Casa
Peruana de Julio C. Arana y Hermanos].
Archivo General de la Nación. (1911). Sección: República. Fondo: Ministerio de Gobierno. Sección: Primera. Tomo: 677, folios: 177-180.160
Esto es en serio... vergüenza debería darles....
ResponderEliminarEste hijo de puta que estar en el infierno es la vergüenza más grande del paro uitainas y uuitotos fueron casi esterminsdos. Kñla riqueza de Iquitos está lavada con la sangre de los indigenas amazónicos de Colombia. Deberían pagar por eso Una vergüenza!
ResponderEliminarEste hijo de puta que debe estar en el infierno es la vergüenza más grande del Perú; uitainas y uuitotos fueron casi exterminados.La riqueza de Iquitos está lavada con la sangre de los indigenas amazónicos de Colombia. Deberían pagar por eso Una vergüenza, se ufanan de la riqueza que tienen la cual fue a vista de la vida de tribus completas.
ResponderEliminarSi es un ilustre hijo de puta genocida asi o con manzanitas leee oe so brutos
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